Hoy lo primero que os voy a hacer es una advertencia, este material no es recomendable para aquellas personas que se impresionan con facilidad.
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El viaje que realizamos recientemente a algunos de los
lugares más bellos de Japón para animarnos un poquito, cambia de rumbo hacia
uno mucho más oscuro y tenebroso. Nos adentramos en Aokigahara, un bosque que
ese extiende en la ladera noroeste del Monte Fuji.
Este lugar ha inspirado leyendas y suscitado el interés por
todo el mundo, recientemente Jason Zada hizo una película The Forest, El bosque
de los suicidios en castellano. Bueno, por el nombre os podéis imaginar lo que
la gente hace allí, no es precisamente una escapada romántica ni un picnic (de
esos que les encantan a los japoneses) con los amigos. La mayoría de los que
entran allí no vuelven jamás. Gente desdichada que decide acabar con sus vidas.
Esta práctica no es nada infrecuente en Japón, es uno de los
países con mayor tasa de suicidios del mundo.
Y uno de los lugares escogidos por muchos para tan trágico
final es Aokigahara. Según el periódico digital El Confidencial "La media aproximada de suicidios hasta
1988 era de 30 al año, pero en 2002 la cifra había aumentado hasta los 78 y, en
2003, hasta 100". Y al igual que yo, os preguntaréis por qué allí, me
imagino.
Quien visita este bosque atestigua que el ambiente que se
respira está cargado con una sensación sobrenatural. El paisaje no ayuda a
eliminar esa sensación, hay muy pocos animales y es muy silencioso, la
vegetación, extremadamente tupida impide el movimiento de las hojas por el
viento por lo que parece como si el tiempo se hubiese detenido, además, los
yacimientos de hierro que hay bajo él hacen que las brújulas se detengan lo
cual resulta escalofriante y ayuda a sentirse perdido. Pero lo peor de todo es
la posibilidad, más que elevada de hallar restos humanos en cualquier parte.
Os dejo un enlace al artículo de El Confidencial en el cual
se cuenta la historia del bosque y el por qué de lo que en él acontece.
Jyanne!